La discusión en público con su compañero David Villa es una más de la salidas de tono del delantero argentino del Barcelona
Fuente: ole.com |
Muy pocos dudan de que Lionel Messi es el mejor jugador del mundo en la actualidad. Su poder desequilibrante es inigualable en estos momentos. Su precisión en el remate, su velocidad, su regate, su visión de juego y su fantástica técnica le convierten en el indiscutible número uno del fútbol mundial, a pesar de que el madridista Cristiano Ronaldo intente por todos los medios sembrar de dudas esta aseveración. Pero nadie que analice fríamente los números de ambos y la influencia en el juego de sus equipos puede cuestionar la superioridad de la estrella argentina, aunque la actual supremacía no sea exagerada. Además, la estrella azulgrana tiene una imagen pública más moderada, basada principalmente en sus sensatas declaraciones, aunque la mayoría de las veces insulsas y sin contenido, pero muy alejadas de las del delantero portugués, quien se ha ganado a pulso la visión de prepotencia y soberbia que el mundo tiene de él.
Pero a pesar de esta apreciada imagen, Messi no es un santo en los campos de fútbol. Más bien al contrario, pues ya suma numerosas salidas de tono en enfrentamientos y malos gestos con compañeros y rivales. La última la hemos vivido nítidamente la pasada jornada, en el partido de Liga entre el Barça y el Granada, cuando a falta de un minuto para el final de la primera parte, el internacional argentino abroncó en público al asturiano porque no le había dado un pase dentro del área al primer toque que le hubiera servido para crear una clara ocasión de gol. Aunque ambos jugadores, así como compañeros y técnicos, se apresuraron a asegurar que no había pasado nada y que son gajes del oficio, no se puede olvidar que la Pulga, como le llaman en Sudamérica, es cada vez más dado a este tipo de prepotentes malos modos.