El Mundial de balonmano y el Europeo del patinador Javier Fernández devuelven al deporte español a lo más alto, en contraste con la profunda crisis económica y moral que vive esta sociedad
Fuente: alberto estevez / efe |
La selección española de balonmano se volvió a proclamar brillantemente, por segunda vez en su historia, campeona del Mundo. Un día antes, y por primera vez en la andadura de este país, un patinador artístico español, Javier Fernández, alcanzaba el título Europeo de la especialidad sobre hielo. Son dos nuevos éxitos que sumar a la ya prolongada y productiva historia del deporte español, que en la última década se codea con los mejores del mundo, sino es el número uno. Y lo grandioso de estas victorias es que se producen cuando la sociedad a la que representan se encuentra sumida en una profunda crisis económica y social, además de anímica y moral.
La actuación de estos atletas españoles culmina un trabajo bien hecho desde el inicio. Ninguno de estos dos títulos, ni casi ninguno de los logrados últimamente, son fruto de la inspiración individual ni de la diosa Fortuna. La realidad es que obedecen fundamentalmente al esfuerzo y el trabajo planificado con minuciosidad de un grupo, en el caso del balonmano, y de un joven madrileño, en el del patinador, junto a la calidad y talento de los mimbres de cada uno de sus integrantes. Y si el deporte español es capaz de protagonizar estas celebridades y disfruta del poderío suficiente como para tocar la gloria con la asiduidad que lo hace, habría que preguntarse por qué el país al que representan es incapaz de acercarse a su inmejorable rendimiento.
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¿Qué tienen los deportistas españoles que no tienen los políticos, los empresarios, los periodistas...? ¿Qué los hace brillantes, trabajadores, esforzados, exitosos...? ¿Por qué disfrutan de la facultad de ser los mejores del orbe mientras que la sociedad en la que viven se hunde sin capacidad de reacción en la miseria económica y espiritual? Seguramente la respuestas a estas preguntas necesitarían de concienzudos estudios y brillantes tesinas. Pero si algo queda claro con estos triunfos es el abismo que existe entre ellos y el resto del país, porque mientras España crecía económicamente durante los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, el deporte español se diplomaba en un montón de especialidades, como fútbol, baloncesto, balonmano, motociclismo, fórmula 1, trial, waterplo, hockey patines, hockey hierba, gimnasia... Pero lograr estos título cuando el país bate récords de paro, corrupción, recortes sociales, miseria y pobreza, y, sobre todo, cuando miles de españoles tienen que dejar su tierra para encontrar un futuro prometedor en el extranjero, el mérito es mucho mayor.
Porque el balonmano español vivió ayer un día glorioso. No sólo se proclamó Campeón del Mundo, sino que lo hizo de una manera brillante, dando una auténtica lección de calidad, entrega y convencimiento, de tener claras sus armas y ejecutarlas de manera implacable. Con un juego abrumador, dejó sentenciada la final prácticamente en el descanso, acabando con la moral de uno de los rivales más fuertes del momento, una Dinamarca que es actual campeona de Europa y que ha sido tres veces finalista del Mundial. Para ello, los responsables de este deporte eligieron un seguro de vida, como es el seleccionador Valero Ribera, para que formara un equipo de los de verdad, en el que todos aportan y sufren por bien del conjunto, en el que se mezcla la juventud y la experiencia, pero en el que también sobresale el talento y la raza. Y para mayor esplendor, España lo logró en el Palau San Jordi de Barcelona, haciendo más por la unidad de este Estado que cualquier media política.
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Y frente a este éxito de equipo, otro mucho menos sonado y publicitado, pero posiblemente tanto o más meritorio, fue el de Javier Fernández en Zagreb (Croacia), donde con solo 21 primaveras ha dado a España el primer título de Europa de patinaje artístico, una especialidad poco seguida y que forma parte de esos deportes de invierno que tan pocas alegrías dan a este país. Pero el ejemplo de este joven también evidencia el valor de los deportistas hispanos, puesto que como aquí no tenía ninguna posibilidad de alcanzar la cumbre de este deporte, no dudo en dejar a su familia y exiliarse a Canadá para entrenar con profesionales del ramo que le enseñaran los secretos de esta actividad deportiva. Y ¡caray! si lo ha conseguido. Sin tradición ni genes afines, ha tirado de talento, trabajo y esfuerzo para hacer historia en España y demostrar que cuando los ciudadanos de este país se lo proponen, son capaces de conseguir lo que se proponen. Y ahora se dibuja otro reto y va a por el Mundial.
Y ante tantos ejemplos de buenhacer, que se suman a los ya tradicionales de Nadal, Ferrer, Alonso, Gasol, Iniesta, Casillas, Contador, Lorenzo, Pedrosa, Mireia Belmonte y muchos más, los políticos españoles no aprenden nada. Eso sí, a todas las autoridades les gusta subirse al carro de sus triunfos y les invitan a sus sedes gubernamentales para hacerse la foto con el correspondiente trofeo. Pero cuando se trata de absorber sus cualidades, como pueden ser su esfuerzo, su entrega, su planificación, y de imitar su comportamiento, entonces se oye el manido: "No hay que mezclar deporte y política". Pues no señores. Hay que mezclarlos para que queda más patente su incapacidad para poner remedio a las penurias que está viviendo este país. Si solo fueran capaces de imitar su esfuerzo y entrega, porque el talento ya sabemos que no lo poseen, no habría duda de que nos iría muchísimo mejor. ¡Qué lástima! Nos se merecen tan distinguidos representantes.
Una buena descripción de la situación actual. Solo una puntualización sobre lo que comentas al final respecto a mezclar deporte y política. Creo que NO habría que mezclarlos. Creo que hay que intentar que los exitos del deporte sirvan de ESPEJO a nuestros administradores de como hacer las cosas, de como, con pocos medios, se pueden obtener excelentes resultados, de como invirtiendo (que es distinto de gastar) con vistas al largo plazo se consiguen metas excepcionales, que tenemos "mimbres" para hacer muchos "cestos",..etc. y eso tan manido de "la unión hace la fuerza" es una verdad como el Palau de Saint Jordi.
ResponderEliminarEstas ideas existentes en el deporte SI que hay que enseñarlas y restregárselas por la cara a nuestros políticos (por la cuenta que nos trae) y recordárselo día a día a nuestros representantes para que tomen buena nota. Pero que NO se mezclen con el deporte. Que no metan sus manos, zarpas, garras y pezuñas en él. Que solo miren y aprendan.
Rafa, cuando escribo de mezclar deporte y política no me refiero a que los políticos metan sus manos en el deporte, porque seguro que lo corromperían y, en ningún caso, obtendrían los mismos resultados. Me refiero a lo que hago en el artículo, conectar ambos sectores, compararlos, resaltar las pocas cosas que tienen en común y las numerosas incompatibilidades entre uno y otro. Repito que lo que deberían hacer nuestras autoridades es imitar a los deportistas para intentar sacar a este país de la caverna en la que esta sumido.
EliminarYo siento mucho que mi primer comentario sea para cortar el buen rollo.
ResponderEliminarMe alegro del éxito de los muchachos, como de los éxitos que, a pesar de todo, puedan tener científicos, empresarios, artistas y hasta economistas y políticos españoles.
No hay nada que permita concluir que los deportistas son de una pasta especial.
Hoy mismo hay noticias en la prensa que permitirían recordarnos lo contrario.
Saludos
Tengo por norma no responder a los comentarios que no se identifican en el texto. Pero en este caso, solo decirte que sí hay algo que permita concluir que los deportistas son de una pasta especial: sus resultados son muy superiores a los del resto de sectores.
Eliminar¡ NO...... POR FAVOR......QUE NO SE MEZCLEN !. Una sola manzana podrida es capaz de acabar con toda la buena cosecha.
ResponderEliminarLa verdad es que son increibles los éxitos deportivos de los últimos años, a todos los niveles, pero especialmente en los deportes de equipo. Y más para los que ya con unos añitos, recordamos otras épocas en las que a veces no estabamos ni clasificados para las fases finales de las competiciones europeas y mundiales.
ResponderEliminarNo siempre existe vinculación entre el desarrollo socioeconómico y la situación del deporte en un pais, pero en España es verdad que llama la atención la diferencia.
Querido Manolo, así es, los que tenemos más experiencia no podemos olvidar los muchos años que no solo no ganábamos nada, sino que ni siquiera nos clasificábamos o tomábamos parte. Por eso, la situación actual nos parece más grandiosa todavía, frente a los jóvenes que solo han vivido años de bonanza deportiva. Y en cuanto a lo del paralelismo entre éxitos deportivos y poderío económico del país, los españoles rompemos la norma, pues creo que estamos muy por encima en los éxitos deportivos frente a la capacidad económica del país. Pero lo normal es que las grandes potencias económicas sean las que más éxitos protagonicen.
EliminarGracias por el artículo! Reconfortante llamada a la rebelión contra el tan socorrido, "no me gusta mezclar política con deporte..." al que tantos deportistas recurren. Dado que los éxitos deportivos son ya casi el único pretexto para apelar a un sano patriotismo, los protagonistas están de hecho, más que legitimados para pronunciarse en defensa de la nación y los valores que la sostienen. Manifestar una opinión en defensa de España y en contra del desmantelamiento económico, cultural y sociológico en que ha derivado el actual régimen "democrático", es si cabe más necesario hoy que nunca.
ResponderEliminarArrastran voluntades, dan ejemplo, son el espejo de niños,...Quizás si eludieran la tradicional foto-pasarela tras un trofeo, los que nos dirigen y reinan (dicho con toda intención!) al menos pasarían un poco de vergüenza...ah! y si luego les juzgaran y fueran a la cárcel, eso sí sería de medalla de oro.
¡Ánimo!
Pititi, gracias por los ánimos. Compartimos que los deportistas españoles son un buen ejemplo para todos, y muy especialmente a los niños. Y también deberían de serlo para los políticos, Si fuera así, nos iría a todos mejor.
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