(Escrito 24 horas antes de que se conociera la dimisión de Orenga)
Los seleccionadores de fútbol y baloncesto, como nuestros políticos, no contemplan dimitir tras sus fracasos porque tendrían que renunciar a estupendos sueldos y numerosas prebendas
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Las selecciones españolas de fútbol y baloncesto han fracasado estrepitosamente este verano en los respectivos Mundiales que han disputado. Nadie puede defender lo contrario. Sus actuaciones y sus resultados no dan lugar a dudas, pues ambos combinados han quedado muy lejos de las expectativas que habían levantado y del potencial que atesoraban. Caer eliminados en la fase de grupos, como le pasó al equipo de Vicente Del Bosque, y perder en cuartos de final ante Francia, un rival disminuido por sus importantes ausencias, como ha vivido el conjunto de Juan Antonio Orenga, se pueden incluir en el decálogo de los mayores fracasos del deporte español y entre las actuaciones que más frustración han creado en los aficionados de este país.
En los países donde la honestidad y la dignidad son principios que se enseñan en las escuelas y se ejercitan en las familias, los sonados fracasos conllevan dimisiones de los principales responsables. Pero en España, estos méritos personales se perdieron hace siglos. Ahora es mucho más fácil escudarse en la responsabilidad colectiva y en los éxitos de antaño para seguir apegado al cargo, a unos ingresos espectaculares y un ambiente de élite que es difícil abandonar. Por eso, el empeño Del Bosque y Orenga, dos personas con las que he tratado profesionalmente durante un tiempo y a las que consideraba íntegras y consecuentes, en mantenerse en sus cargos me ratifican que en este país se han perdido la honestidad y la decencia. Muchos de nuestro políticos, destacados hombres de negocios y banqueros nos han dado numerosas muestras de que el interés personal prima sobre el social y colectivo. Pero que ahora lleven a cabo estas sucias maniobras personajes relevantes del mundo del deporte que se habían distinguido por su rectitud e integridad, solo sirve para sumergirnos todavía más en la podredumbre que inunda la piel de toro.
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Los casos de Orenga y Del Bosque tienen algunas similitudes. Son buenas personas que se han integrado en unos contubernios federativos que suelen cuidar muy bien a sus miembros para que estos se sientan deudores en los momentos de crisis. Tanto la Federación de Fútbol como la de Baloncesto están en manos de profesionales del tejemaneje y las penumbras. Ángel María Villar y José Luis Sáez, respectivamente, llevan muchos años al frente de ambas instituciones y se mueven como peces en el agua en las altas esferas del deporte español y mundial. Han adquirido mucho poder y hacen y deshacen a su antojo. Y han sido capaces de construir a su alrededor sendas guardias de corps que les protegen y les devuelven los favores recibidos con cuantiosos emolumentos y maravillosas prebendas a los que es muy complicado renunciar. Como es lógico, sus argumentos están enmascarados con escusas preparadas de antemano, como la responsabilidad colectiva, la relatividad de los fracasos y la existencia de profundos deseos y ganas de resarcirse del batacazo.
Pero la sabiduría popular ha dictado sentencia. Tanto el técnico salmantino como el castellonense han sido marcados como los grandes culpables de los dos últimos fracasos deportivos de España. Sus presidentes, tan cómplices como ellos, están protegidos de la furia popular. Los numerosos errores y la falta de reacción y criterio de los técnicos en ambos Campeonatos del Mundo los ha llevado a su nivel más bajo de estima. En el balompié, Del Bosque confundió los criterios que se deben utilizar para formar una selección y luego, sobre el terreno, fue incapaz de encontrar la chispa que enardeciera a unas huestes alicaídas. Y en vez de abandonar el barco en la cresta de la ola, tras lograr un Europeo y un Mundial, ha preferido hundirse en la porquería y manchar su prestigios currículo. En el caso de Orenga, hasta los entendidos en baloncesto eran conscientes de sus evidentes limitaciones técnicas y observaron cómo es incapaz de pasar del "salgan a divertirse y jueguen como saben". En el momento que la competición necesitaba de un estratega, se hundió con todo el equipo. El hecho de miles de personas gritaran al unísono: "Orenga dimisión", incluso en partidos en los que no jugaba España, le tendría que haber abierto los ojos y haber insuflado la dignidad suficiente para haber presentado ipso facto su dimisión. Pero la honestidad ya es historia en este país.
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En un país en el que parte de la familia Real está involucrada en burdos asuntos de corrupción, en el que los miembros del Gobierno se reparten sobre con sobresueldos mientras recortan recursos a los que más los necesitan, en el que los banqueros más destacados se llevan el dinero a paraísos fiscales para pagar menos impuestos en su país, en el que el honorable president de una Comunidad líder se ha forrado aprovechándose de su cargo y en el que, incluso, los que dicen defender a los parados se aprovechan de las ayudas para ponerse las botas, no desentona que los seleccionadores de los dos deportes más populares sigan llevándoselo crudo sin merecerlo. Así nos va.
Alejandro Posilio Fernández
Periodista y community manager
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Buenas tardes Alejandro. Me alegra volver a encontrarte después del verano. Parece que esta temporada también vamos a tener temas que tratar.
ResponderEliminarEstoy bastante de acuerdo con el artículo. Creó que a Del Bosque le ha salvado su trayectoria y su figura. Cosa que no ha podido hacer Orenga por su falta de curriculum.
Personalmente a Del Bosque le deseo que pueda terminar su carrera en lo más alto. Pero lo que me ha sorprendido en este caso ha sido su falta de autocrítica. Sabemos que es un hombre muy inteligente y esperemos que aprenda de los errores cometídos. El mejor escribano hace un borrón.
El caso de Orenga es diferente porque no se ha podido agarrar a su trayectoria. Con probablemente la mejor selección de la historia hasta la fecha no ha demostrado los conocimientos técnicos necesarios para ocupar ese puesto. Eso si, en esta convocatoria no hay controversias, practicamente todos estamos de acuerdo con la lista. Reconocerle a Orenga que aunque un poco tarde al final halla dimitido aunque en contra de la opinión de la federación.
Y ahora vamos con las federaciónes, que como dices estan a la altura del país. Se apuntan todos los éxitos y cuando aparece el fracaso como mucho aceptan la dimisión del seleccionador de turno.
Pero viven en una posición muy comoda y de la que no es posible bajarlos. Que miren en el diccionario el significado de la palabra RESPONSABILIDAD.
Gracias. Un saludo.
Muchas gracias, Enrigadez. Estoy completamente de acuerdo con lo que comentas muy acertadamente. Las respectivas federaciones son las principales responsables. Un saludo.
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