La templanza del marqués Del Bosque

Fuente: uefa.com

De mayor me gustaría ser como Del Bosque. Lo digo con un cierto conocimiento de lo que significa peinar canas. Este salmantino bonachón es un fiel ejemplo de lo que es la mesura y la templanza, dos cualidades que apenas se identifican hoy en día en el mundo del fútbol, ni en la sociedad actual, donde se imponen la charlatanería y la prepotencia. Suele ser así porque estas actitudes llenan más páginas de periódicos y numerosas horas de radio y televisión.


Más de una vez he utilizado como ejemplo ante mi hijo la sensatez que desprende una vez sí y otra también el actual seleccionador nacional en todas sus declaraciones. Mi descendiente, que es joven  e impetuoso, no lo ven tan ejemplar, y a veces le acusa de ser blando y no imponer sus criterios. Aunque he de hacer público  que mi vástago ya ha reconocido que, con la filosofía que desprende este gentelman, suele conseguir lo que se propone, que en el fondo es lo importante.



No recuerdo en toda la vida profesional de este hombre sensato declaraciones o actuaciones en las que se metiera o denigrara a un rival. Puede que, como todos, haya echado algún borrón. Pero si así ha sido, es claramente un tropiezo, nunca algo nacido en su interior. Además, sabe ser agradecido y compartir sus éxitos. Sino, que le pregunte a Luis Aragonés si él hubiera hecho lo mismo con Del Bosque cuando le dieron el premio Príncipe de Asturias a la selección. La actuación del preparador salmantino fue todo un recital de bondad y buena educación.


Esto no quita para que, en mi opinión, haya cometido la injusticia más grande de su carrera al descartar para el actual Europeo al valencianista Soldado, el máximo goleador español de la Liga y el mejor rematador de los delanteros patrios. Además, en mucha mejor forma que el sobrevalorado Torres. Se dice que, hace tiempo, delantero y seleccionador tuvieron una fuerte discusión, y que por eso no cuenta con él. Es posible. Pero es su elección y la respeto. Yo simplemente pienso de otra manera. Eso sí, prescindió del delantero alabando sus cualidades, algo que no hacen todos los entrenadores. Estoy seguro de que sí este legendario  centrocampista madridista leyera este artículo, aceptaría la objeción con una sonrisa y toda la naturalidad del mundo.


El marques Del Bosque evidencia con su conducta que no es necesario buscar la polémica para ser un triunfador. Siempre le quita hierro a las críticas que recibe y las asume como un elemento más de su profesión. ¿Se imaginan a Mourinho siendo acusado por toda la prensa del país de actuar de forma miedosa en la elección de su once inicial? La respuesta saldría publicada hasta en las Islas Salomón, tras acordarse de los ancestros de todos los que no opinan igual que el míster portugués.


Del Bosque vive la profesión como jugaba a este deporte, con exasperada lentitud, exquisita técnica y clarividencia. Todavía recuerdo haberle pedido a gritos desde la banda que le echara más sangre a sus acciones, pues tardaba más en dar un pase que el caballo del malo. Ahora bien, no le hacía falta apresurarse para dejar solo ante el portero a un compañero con un magnífico toque. Esto es lo que suele hacer cuando alguien intenta polemizar con él: dejarle solo ante sus propias vergüenzas.