El central mete dos goles a Neuer, el portero que se rió de él, los dos tantos del delantero convierten en terrenal al entrenador catalán y el Real suma una nueva hazaña que rompe con varios tabúes que le atenazaban en la Champions
Fuente: abc.es |
La victoria del Real Madrid ante el Bayern de Munich no es un triunfo más del club blanco. Es mucho más que eso. Es un éxito de esos que quedará en los anales del fútbol, que se recordará por su claridad, amplitud y contundencia, del que se hablará y discutirá infinitas veces cuando se debata sobre conquistas trascendentes. Es un premio con un botín incalculable, con numerosos significados y que ha cerrado varias heridas abiertas, de esas que laceran hasta que se suturan. El desenlace de esta semifinal de la Champions no solo abre de par en par el acceso de la entidad madrileña a la final del título más ansiado por el madridismo, situando más cerca que nunca la simbólica décima Copa de Europa, sino que ha servido para poner fin a toda una serie de tabúes que atenazaban a la familia blanca.