Un delantero que se precie no puede fallar cuatro mano a mano con el portero
Fuente: Elmundo.es |
Vaya por delante que Gonzalo Higuaín me parece un buen jugador, con olfato
de gol y que lo da todo cuando está en un terreno de juego. Pero en el partido de
ayer contra el Barcelona, en la vuelta de la Supercopa, evidenció una vez más que
no es un crack desequilibrante. Un jugador de élite mundial no puede fallar en
cuatro de los cinco mano a mano que tuvo con Víctor Valdés en noventa minutos. Es en estos choques en los que se juegan los títulos, por menores que
sean, y en los que el rival es el Barcelona, el mejor equipo del mundo en el
último lustro, son en los que hay que dar el máximo, no solo en el esfuerzo,
sino en calidad y puntería.
En cuatro de las cinco clarísimas ocasiones de las que disfrutó el punta
madridista no solo demostró que no ha adquirido todavía la velocidad que ha
lucido durante las últimas temporadas, cosa que parece lógica por estar en sus
inicios, sino que le vuelve al faltar la precisión a la hora de definir. Eso es
lo que realmente le ocurrió cuando llegó al club blanco, muy joven, que
necesitaba cinco ocasiones de gol para materializar una. Ese porcentaje lo
había logrado reducir con el paso de los años, pero últimamente ha recaído en
sus imprecisiones. El internacional argentino es bastante predecible, lo que le
permitió ayer al cancerbero azulgrana adivinar en tres ocasiones sus
intenciones. En la cuarta, se dejó comer el terreno por su compatriota
Mascherano.